El verdadero punto de entrada a la Payanea es la Pasarela, un puente sobre un desfiladero de lava en cuyo fondo corre el agitado río Grande. Este curso de agua es el más importante de toda la provincia, y su gran caudal cruza con violencia y rapidez una grieta formada en medio de una enorme lengua de lava y rocas basálticas, que cubre esta porción de la meseta. Al ver el tamaño de este campo oscuro, que contrasta con los ocres habituales del paisaje, uno se imagina la tremenda fuerza de la erupción volcánica que arrojó estas lavas y rocas a tan enorme distancia. Y al ver el desfiladero, uno se imagina a su vez el choque de elementos que tuvo que producirse para que el río pudiera hacerse un camino. La Pasarela, que dio su nombre al acceso, es un puentecito de madera, de tímido aspecto, que cruza el río en uno de sus puntos más angostos. Se divisa desde allí un paisaje de conjunto de la grieta, mientras se escucha el zumbido del agua que corre bajo los pies, varios metros más abajo (en épocas de deshielo, el río sube y puede llegar a alcanzar el nivel del puente).
