En una excursión por las tierras de San Carlos, buscamos los antiguos bares de la Ruta 40, siguiendo las instrucciones del circuito turístico que se creó hace unos años. De Paraditas a Chilecito, los vecinos nos dan indicaciones de cantinas, viejos almacenes de ramos y casonas que hoy forman parte de otro circuito turístico denominado Pueblo Barro. En Chilecito, la calle San Martín se parece bastante a lo que debió ser la antigua Alameda de la capital mendocina. Como detenida en el tiempo, absurdamente ancha para el casi nulo tráfico que tiene, guarda sus tesoros históricos. De lejos vemos a un hombre sentado. En la vereda, Pedro Reján contempla la tarde en una vieja silla, en el frente de lo que todos conocen como el Cine Cervantes, ex Cine de Chilecito o Bar y Cine Reján. Solo, sin un alma en los alrededores, pareciera que Pedro estuviera esperando para darle vida a su bar antiguo. Enseguida nos invita a pasar y nos sirve PepsiCola en vasitos de vidrio. Detrás del mostrador típico de una pulpería de campo, Pedro trae todo tipo de objetos del recuerdo, entre ellos una vieja lata de película, con el rollo de celuloide. Es que al lado del bar está la sala de cine con pisos de pinotea, una pantalla importante, algunas butacas preservadas y marquesinas con películas del siglo pasado. Pedro cuenta que proyectaban dos películas y en el intervalo la agente podía pasar al bar a tomar algo. La sala de proyecciones está arriba y desde allí se puede ver la sala y el bar.